ACTORES EN TARIMA
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El cuerpo como territorio: La Sala Gaitán presenta una temporada de danza que conmueve y transforma

Explore la memoria, la identidad y la resistencia a través del movimiento.

El Instituto Distrital de las Artes - Idartes invita a los bogotanos a vivir un mes en el cual el cuerpo lo dice todo. La Sala Gaitán se transformará en un laboratorio escénico que conecta geografías, historias y sensibilidades distintas, bajo una curaduría que da protagonismo a lo afro, lo femenino, lo disidente y lo no dicho.

Esta temporada de danza contemporánea —emocional, política y radicalmente honesta— reunirá piezas que cruzan fronteras estéticas, mezclando danza con teatro físico, performatividad ritual y animación de objetos. Cada función es una experiencia única, comprometida con los debates actuales sobre cuerpo, género y territorio.

Lo íntimo se vuelve colectivo: hay obras que hablan del duelo familiar, de herencias invisibles, de cuerpos que mutan y se resisten, de historias que sanan al ser contadas. Esta no es una programación más; es una apuesta curatorial poderosa, liderada por mujeres creadoras que cuentan desde la piel, desde lo vivido.

Con cuatro funciones durante todo julio, la Sala Gaitán invita a vivir una ruta emocional y sensorial que celebra la diversidad de lenguajes escénicos y pone en el centro al cuerpo como archivo, protesta y posibilidad.

El 4 de julio, se abre la temporada con dos grandes obras; la primera, La flor de la vidadel Movimiento Infinito, muestra cómo desde una residencia creativa en San Sebastián llega este dueto de danza contemporánea que florece entre lo urbano y lo teatral. Un encuentro físico, preciso y poético entre dos cuerpos que dialogan sin palabras. Y Antes de la noche, bajo la dirección de Sarah Storer / La Manada, presenta una atmósfera cargada, dos figuras al borde del abismo emocional. ¿Paciente y médico? ¿Víctima y guía? La relación entre ellos se transforma frente a los ojos de los espectadores, revelando más de lo que están dispuestos a mostrar. Un inquietante preludio escénico que lo dejará con más preguntas que respuestas.

En la segunda fecha, el 11 de julio, llega Virginia: cartografías de la familia de la Colectiva Pájara Pinta, una obra escénica que celebra la diversidad y resignifica las estructuras familiares en Colombia, inspirada en la investigación de la antropóloga Virginia Gutiérrez de Pineda. A través de una narrativa corporal poética, explora cómo las identidades familiares y de género se transforman en resistencia al modelo patriarcal. La sororidad emerge como fuerza vital en un mundo que busca nuevos vínculos y afectos. Con una puesta en escena potente y sensorial, invita a repensar el rol de la mujer y la convivencia desde la inclusión. Un homenaje a la memoria, la transformación y la posibilidad de nuevos comienzos.

En la tercera fecha los asistentes podrán disfrutar de una función doble con Rocío y Disectando, obras que exploran la memoria, el cuerpo y el alma como territorios de transformación y resistencia. Rocío, bajo la dirección de María Alzamora/La Manada, es un viaje interior que trasciende el tiempo y las generaciones, una obra en la que la protagonista se enfrenta a los fantasmas de su pasado en una odisea emocional en la que busca desenterrar su propia voz. La obra es una exploración entre la danza contemporánea, la animación de objetos y la teatralidad física. Por su parte, Disectando, de la compañía Carne Experimento/Jenifer Caro, explora la vida como un proceso interrumpido por la muerte, sumergiéndose en el cuerpo y la mente como territorios de reflexión y acción; a través de la danza y la performatividad, la obra se cuestiona la noción de lo espiritual, proponiendo que la carne, la sangre y los huesos son igualmente representaciones del alma.  

Para cerrar la temporada el 25 de julio, llega La Siembra, de Zarabanda Danza Afro con  una propuesta de danza afro, es sinónimo de vida, una vida que resulta difícil de cosechar y que se bate con la muerte en rituales danzados, movimientos en ritmos irregulares, diálogos y lenguajes musicales propios de las culturas africanas de África occidental, fusionados con ambientes sonoros que dan potencia a los relatos. 

Adquiera sus entradas en Tuboleta o en las taquillas del teatro y haga parte de una temporada que promete remover los sentimientos interiores porque cuando el cuerpo habla, no hay vuelta atrás.