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Crónicas

La metamorfosis sensible de los Herrera gracias a las experiencias artísticas

A partir de las atenciones en niñas, niños y familias, se evidencian cambios emocionales y de desarrollo.

Desde hace seis semanas, cada sábado en la mañana, la familia Herrera, compuesta por Andrea, Miguel, Mariana de 3 años y Tomás de 8 meses, se prepara con entusiasmo para asistir a Nido Fractario. Lo que empezó como una actividad nueva por recomendación de una vecina, se ha convertido en un ritual familiar lleno de sentido. 

Al llegar, Mariana corre sin miedo hacia las instalaciones, el espacio y los artistas ya le son familiares, mientras Tomás, en brazos de su padre, estira los brazos con curiosidad hacia los elementos, luces y sonidos que lo rodean.

En su primer encuentro, Tomás lloró al tocar la greda y Mariana no se soltaba del pantalón de su mamá. Hoy, Tomás juega con espuma de colores sin temor y se mueve al ritmo de los tambores; Mariana se sumerge en la pintura y crea historias que luego representa con telas y objetos. Las experiencias artísticas han propiciado en ellos una mayor disposición a la exploración sensorial, mayor disfrute del entorno y un vínculo más fuerte entre hermanos.

Andrea y Miguel, sus padres, también han vivido su propia transformación. Ella ha comenzado a replicar en casa las actividades y materiales vistos en Nidos: crea rincones de juego, narra historias y permite que sus hijos jueguen libremente con objetos del hogar. Miguel, que solía participar poco por su trabajo, ahora canta con Mariana, inventa juegos y ha aprendido a interpretar mejor las señales emocionales de sus hijos, reaccionando con mayor tranquilidad y seguridad.

Las experiencias no solo han fortalecido los vínculos afectivos y la comunicación familiar, sino que han mejorado el bienestar emocional de los cuidadores. Andrea dice sentirse menos sola y más capaz; Miguel afirma que ahora entiende mejor las emociones de sus hijos. Ambos reconocen que sus niveles de ansiedad han disminuido y que disfrutan más de su rol como padres, lo que se alinea con los hallazgos del informe de evaluación de Nidos sobre el bienestar hedónico y las prácticas de crianza.

En el año 2023, el Instituto Distrital de las Artes - Idartes, con su programa Nidos - arte en primera infancia, publicó el Reporte ¿las artes para qué? que presenta los impactos positivos de las artes en el desarrollo de la primera infancia y las relaciones familiares.

“Los resultados de esta evaluación confirman que en Idartes hemos sostenido la convicción que, el arte en la primera infancia no es un lujo ni un complemento, es una necesidad esencial para el desarrollo integral de niñas, niños y sus familias. Las experiencias artísticas que brinda el programa el Idartes con el programa Nidos, no solo nutren el universo simbólico de la infancia, sino que también fortalecen vínculos afectivos, estimulan capacidades y transforman los entornos de crianza. Este informe nos brinda evidencia clara de que el arte es una herramienta importante para contribuir al bienestar emocional, el desarrollo cognitivo y la construcción de comunidad desde los primeros años de vida”, afirma María Claudia Parias, directora general de Idartes.

Además, la familia Herrera se ha unido a una red comunitaria de otras familias del sector que también asisten al laboratorio. Intercambian libros, se reúnen en parques y han creado lazos de apoyo que continúan incluso fuera del programa. Esta consolidación comunitaria es un efecto adicional que Nidos ha potenciado en localidades como Bosa, Suba, Usme y Engativá, generando tejido social en torno al arte y la infancia.

La historia de los Herrera refleja cómo la participación sostenida en experiencias artísticas –más de cinco encuentros– genera transformaciones significativas en el desarrollo infantil, en las prácticas de crianza y en el bienestar familiar. Para ellos, el arte ya no es solo una actividad recreativa, sino una herramienta vital para criar con sentido, sensibilidad y comunidad.