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Socialización de resultados – Lab Orejas Multiespecies

Así se vivió el proceso del laboratorio de Plataforma Bogotá, coordinado por los artistas Sebastián Sandoval Quimbayo y Ana Núñez Rodríguez.
Niños y niñas con Sebastián Sandoval Quimbayo
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¿Por qué es importante la escucha y cómo podemos comprender la complejidad de esta acción en una época orientada por la sobreproducción de imágenes? 

Para el artista multidisciplinar Sebastián Sandoval Quimbayo, el sonido es una herramienta importante para percibir los cambios que está sufriendo nuestro entorno natural, en especial en esta nueva era geológica que algunos teorizan como el Antropoceno, el Capitaloceno, o como lo llama Donna Haraway, el Chthuluceno.

Sandoval Quimbayo junto a la fotógrafa y artista Ana Núñez Rodríguez desarrollaron el Lab. Orejas Multiespecies, un espacio que buscó impulsar la escucha en niñas y niños de los 7 a los 12 años para conectarlos de manera no convencional con su entorno natural.

“El laboratorio buscó que los niños y niñas pudiesen percibir la ausencia de ciertos sonidos en la ciudad, pero también llevarlos a reconocer nuevas categorías o conocimientos como las antropofonías, las biofonías y las geofonías”, explica Jordan Cruz, uno de los tutores del laboratorio. 

Cada uno de estos módulos tuvo como objetivo aproximar a las niñas y niños a distintos paisajes sonoros. En el de antropofonías, por ejemplo, se exploraron sonidos provenientes de artefactos construidos por la humanidad y se creó un sintetizador que aludiera a estas sonoridades. Por su lado, las sesiones sobre biofonías se direccionaron hacia la escucha de seres vivos como las aves, otros animales e incluso microorganismos. Por último, el módulo de geofonías se enfocó en aquellos sonidos producidos por entes no vivos de la tierra, como el viento y los volcanes, y se construyó un palo de lluvia electrónico para imitar el sonido del agua. 

“Nos sorprendió mucho el proceso del laboratorio. Los niños y niñas entendieron muy bien las definiciones de escucha y sonido. También nos manifestaron cómo determinados sonidos los afectan y les generan estrés, como el de los carros en las calles”, exponen Rodríguez y Sandoval. A lo largo de las sesiones, los participantes también percibieron la ausencia de algunas sonoridades en la ciudad, expresando también que les gustaría escuchar más biofonías o geofonías.

“Todos los días escucho la ciudad. Cuando me levanto, cuando almuerzo, cuando me voy a dormir. Seguro era mejor cuando no había nada, cuando era solo la naturaleza: aves, animales; pero ahora como el humano llegó y empezó a hacer cosas, el mundo fue cambiando. También los sonidos. En vez de las aves ahora se escuchan autos y máquinas. Es preferible escuchar el sonido de la naturaleza a lo de las máquinas”, expresa uno de los niños participantes del laboratorio. 

Cada uno de los módulos tuvo un componente teórico en el que se explicaron los tipos de sonido, se realizaron ejercicios de escucha con el propósito de redescubrirla y reactivarla, y luego ejercicios prácticos con elementos como el palo de lluvia, el sintetizador, y en el biofonías se desarrolló una especie de obra de teatro en la que cada niño tenía que vocalizar sonidos de animales como murciélagos, polillas, entre otros.

Estas herramientas fueron utilizadas en el último módulo del laboratorio, llamado Partituras de la tierra, que buscó acercar a los niños y niñas al performance y a la improvisación artística, que luego fue presentado en la socialización de resultados. “Desarrollamos unas partituras visuales y experimentales por grupos de niños y niñas. La idea es que aprendiesen a leer la partitura, pero que siempre hubiese un componente de escucha de sus compañeros y de improvisación; que a medida que escucharan a sus compañeros reaccionaran. Fue un ejercicio para combinar el elemento de la escucha con la creación colectiva”, explican los laboratoristas

“Vivimos en un mundo que es predominantemente visual, por lo que le apostamos a educar la escucha en niños y niñas, que se aparta de su proceso pedagógico convencional que les permite entender las transformaciones que sufre el paisaje sonoro, lo que al tiempo permite potenciar una conciencia medioambiental y una empatía con el entorno”, concluye Ana Núñez Rodríguez.

El Lab Orejas Multiespecies se llevó a cabo del 1 al 29 de julio en Plataforma Bogotá, ubicado en el segundo piso del Planetario de Bogotá, y participaron 13 niños y niñas entre los 7 y 12 años.

Participantes

Isabela Paredes Alba
Alejandro Huertas Álvarez
León Muluc Villalobos Bejarano
Salomé Giraldo Valencia
Maía Giraldo Valencia
Tamia Sofía Ruíz erira
Stephanía Lucía Vargas Avellaneda
Esteban Nicolás Focazzio Garzón
Sarah Sophia Rengifo Rincón
Zarith Gabriela Montoya Suárez
Adelaida Urrego Burbano

Tutores
Jorge André Moya 
Jordan Daladier Cruz

Coordinadores

Sebastián Sandoval Quimbayo
Ana Núñez Rodríguez

 

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