Obra: Sonoma, de La Veronal, en el Jorge Eliécer Gaitán
En el marco del XVIII Festival de Danza en la Ciudad llega Sonoma que nace de la necesidad de volver al origen, al cuerpo, a la carne. Y desde la carne y la materia orgánica perderse en un viaje entre el sueño y la ficción en el que lo humano se encuentra con lo extraordinario para hacer extrañas las cosas más cotidianas, renunciando a construir significados, dejando que lo signos germinen y proliferen solos; comunicándose con las capas más irracionales de cualquier humano, allí donde lo unido pide a gritos separarse, y lo separado busca siempre volver a unirse.
Esta obra es, entonces, el grito del hombre sometido a este ritmo, límite de su existencia, del que sale el aullido primitivo del cuerpo, el pulso de la humanidad por sobrevivir y por sentirse viva. Por existir, aunque sea al límite de la realidad, o por encima de ella. Sonoma es la certeza de que lo virtual y lo digital ya solo pueden ser superados por una vuelta al origen.
Hoy la historia corre a toda prisa, tan rápido, a un ritmo tan acelerado que apenas hay chance de seguirla. De hecho, ya nadie sabe bien qué está sucediendo. Se podría decir que es una caída acelerada -como en una montaña rusa- en la que lo único que queda es gritar. Sonoma sería ese sonido del cuerpo mientras cae, la rabia del ser humano por seguir creyendo.
