Andrés Ospina, el inclasificable

En un nuevo Encuentro Distrital de Escrituras – EDEC, se discutió la relación entre literatura y periodismo.
Gente en auditorio
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El pasado 16 de julio  se llevó a cabo en la Biblioteca Luis Ángel Arango un evento de la Alcaldía de Bogotá que reconoció a los participantes de los Talleres Distritales de Escritura, se efectuó la jornada inaugural de los Talleres Comunitarios de Escritura y el periodista Sergio Ocampo conversó con el escritor Andrés Ospina en un nuevo EDEC.

El encuentro inició con la intervención de Juliana Restrepo, directora del Instituto Distrital de las Artes – Idartes, quien aseguró: “Cada vez hay más personas interesadas en el oficio de escribir. En esta administración recibimos tres talleres distritales y dejamos cinco; cuento novela, crónica, poesía y novela gráfica. En esta ocasión recibirán el certificado 145 personas de los 200 participantes que tuvieron los diferentes talleres. Por parte de la Red de Talleres Locales de Escritura, que son en total 20 talleres, en 2019 tuvimos un total de 1447 personas inscritas, de los cuales seleccionamos 800 participantes que finalizarán su formación en noviembre. Seguimos consolidando la oferta de formación literaria que tenemos por toda la ciudad”.

La jornada continuó con la charla que se preguntaba por la simbiosis literaria. Ya que el invitado fue Andrés Ospina, un escritor difícil de ubicar en el canon de la literatura colombiana, se problematizó sobre hasta dónde llega el periodismo y hasta dónde la literatura. ¿Es crónica, perfil, novela? Los autores coincidieron en que lo que menos importa cuando uno termina los libros de Ospina es el género.

Esa es justamente la apuesta de su obra, la reiterada seducción que dista de los temerosos rótulos “es algo tremendamente peligroso. Si logras pensar mucho más allá del molde en el que pretenden insertarte haces bien”, aseguró Ospina. Las obras más interesantes son las que no consiguen desentrañar que son, las que se evaden de los juegos y presiones del campo literario.

Hasta Gabriel García Márquez fue puesto en duda como periodista. Para Sergio Ocampo: “Gabo no fue un buen periodista. Muchos de sus textos y crónicas realmente reflejan un gran comentarista, un literato metido en una sala de redacción de grandes escritores malos periodistas, ‘gocetas’ pero que no estaban haciendo periodismo de verdad”, dijo.

Las invenciones del periodista protagonista de la novela Jiménez de Ospina se convirtieron en materia de debate. Un periodista de los años 30 que inventó un alterego para fabular historias y escribir ficción desde el periodismo. José Joaquín Jiménez, un pionero de las Fake News. Aunque lo dibujaron en la charla como un hombre de historias inocentes y divertidas para la Bogotá de entonces, quedó claro que el periodismo se vale también de la palabra, pero sobre todo de la investigación y de los hechos comprobables.

Ospina reiteró que la mayoría de los que tenemos la vocación de escribir somos chismosos y tenemos el hábito de escuchar. Y cada cual tiene fijaciones sobre algo, en su caso por el pasado. En últimas la escritura es una manera de contarnos cosas, y categorizarla sería un error. El literato no está por encima del periodista, ambos cuentan historias con distintas herramientas. La preocupación por lo que es bueno y malo debe quedar en los críticos y la academia, no en los aventureros que se ganan la vida escribiendo.

 

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